Actualizado

sábado, 19 de agosto de 2000

Nuevo template: este me parece mil veces más apropiado ^^

Actualizado

jueves, 3 de agosto de 2000

Modificado formato del índice a uno más práctico y corregidos algunos enlaces erróneos detectados. Si encontráis alguno más, por favor, hacedmelo saber, así como otras fe de erratas.

Gracias por leer!

Actualización

sábado, 29 de julio de 2000

Avanzada la actualización hasta principios de Los Hilos del Destino. Eliminados spin-off de Aurore e Irinna para futuro índice.

Actualización

domingo, 16 de julio de 2000

Estoy reestructurando la saga, escribiendo más narraciones y ordenando los relatos ya no cronológicamente, sino también teniendo en cuenta la importancia a la hora de desarrollar la historia.

Si alguien tiene interés, recomiendo releer hasta "Sanadora de Cuerpos y Almas" de nuevo en el orden correcto y con las eventuales nuevas narraciones.

Se irán añadiendo más.

Gracias por vuestro interés.

Prólogo

miércoles, 12 de enero de 2000

Acuclillada como una rana, la niña cogió una rama del suelo y dibujó el símbolo en el limo a la orilla del rio. El palo se hundió en la tierra humeda y resbaladiza, dejando surcos que se llenaban de agua.

Con los dedos, trató de pellizcar el agua para sacarla, pero era demasiado fina, demasiado escurridiza, y desistió en su intento. Comenzó a tararear una canción sin palabras, jugando con los sonidos en su garganta. Deslizó la mano por la superficie, por encima del dibujo y lo borró. Retrocedió unos pasos, hasta donde la tierra estaba más seca. Tomó otro palo y trazó de nuevo el símbolo. De nuevo el agua emergió del fondo e inundó los surcos.

Una sombra oscura se cernió sobre ella, pero no sintió miedo. Cubrió el dibujo con las manos y alzó la vista. Su padre la observaba con gesto serio, casi amenazador. La larga cabellera blanca resplandecía bajo la luna, anudada con anillas de obsidiana, y contrastaba contra el grafito de su piel. Casi podía adivinar el rayo bailando en sus pupilas.
Algo lo inquietaba.

- ¿Qué estás haciendo, Trisaga?-inquirió con aquel tono grave que hacía retumbar los espejos de ónice que guardaban en la casa.

La niña retiró las manos del dibujo con timidez. Sûlgim entornó los ojos para distinguirlo, pero su propia sombra tapaba la clara luz de la luna. Se agachó junto a su hija, dejando pasar la luz por encima de su cabeza y en el momento en que la blanca luminosidad se reflejó en el agua que llenaba los surcos, los ojos del jefe del clan Hun`ett centellearon. Con un gesto rápido borró el dibujó en la tierra y agarró a su hija fuertemente por los hombros, mirándola fanáticamente a los ojos.

- ¿Por qué dibujas esto?¡Eh!- exclamó, zarandeándola. Había una nota de terror en su voz que la niña jamás habría creído posible en un guerrero de tal renombre como él- ¿Por qué lo dibujas, Trisaga? ¿Quién te ha enseñado ese símbolo?

La pequeña le observó con calma desde el balcón de sus brillantes ojos grises. Se encogió de hombros.

- Me lo enseñó la mujer hermosa...- contestó con una voz que era puro cristal.
Sûlgim miró a su hija como si no la reconociera. Aumentó la presión de sus manos, clavando los dedos en la carne tierna. La niña ahogó un quejido.

[...]

La entrada al templo era grande, grande y brillante, erigiéndose ante ellos como un altar a la misma Elune.
La niña bostezó sonoramente y su padre la miró con reproche. Se agachó frente a ella, como había hecho aquella noche junto al río, y la tomó por los hombros. Esta vez no le hizo daño. Le apartó un mechón del rebelde cabello blanco del rostro y le habló con seriedad.

- Este es un lugar sagrado, hija mía- dijo. La pequeña asintió con gesto solemne.- Lo que ocurra ahí dentro es muy importante para tu futuro ¿has entendido?

La niña parpadeó dos veces y Sûlgim sonrió complacido.
Como Ventash`ma de los Hun´ett y padre de la Qu`essan, había acudido en busca de ayuda al Consejo de los Ancianos. El Consejo era una institución ya en desuso desde hacía siglos, y sin embargo, sus guerreros le servían de bien poco en aquel momento. Los sabios dijeron de que la niña había sido bendecida por la Diosa y que había que encomendarla a su cuidado, lejos del hogar de los Hun´ett, que desde hacía edades habían sido un pueblo guerrero.

- No debería sorprendernos- dijeron- Teníamos que haberlo imaginado. No olvides quién fue su madre, Ventash´ma. Ha sido tocada por Elune.

Elune era la Madre Oscura, la Reina Araña, la Arpía de Muchos Rostros... Muchos eran los nombres que los Hun´ett habían dado a aquella diosa primigenia de los Kaldorei, y sus poderes eran terroríficos e incontables. Solo aquellos que eran ungidos en el templo tenían acceso a los secretos mistéricos del culto, y todos aquellos que empuñaban el acero estaban excluidos de aquella minoría. Los Hun´ett habían hecho ofrendas y sacrificios a la Madre Oscura mientras Obedama, la esposa de Sûlgim, había vivido; pero a su muerte las muestras de respeto a la Diosa Cuervo habían ido disminuyendo y ahora que debían enfrentarse a ella, los guerreros, supersticiosos, se inquietaban.

De manera que Sûlgim reunió sus hombres de confianza para escoltarle hasta el Templo de Elune en el Monte Hyjal, en las tierras más al sur, donde consagrar a su hija. Sûlgim era un guerrero, las anillas de obsidiana que recogían su larga cabellera eran signo de incontables batallas de las que había salido invicto. Pero no entendía de magia. Ahora, a las puertas del Gran Templo, se sentía insignificante y aquello no le gustaba. Si hubiera podido soltar la mano de su hija en aquel preciso instante y dejarla allí para regresar al consuelo de la batalla, lo habría hecho. Pero Sûlgim era valiente, y si los enemigos más aterradores no le habían hecho huir, no iba a hacerlo ahora. Se volvió a sus hombres, que se removían inquietos como su jefe, y les hizo señal para que esperaran en el exterior.

[...]

El sol lucía sobre Teldrassil, como una gota de oro en el cielo azul cobalto. Con diligencia, Trisaga se afanó en sus labores ante la mirada inquisitiva de su maestra, que rondaba por la sala de blanco alabastro. Se moría de ganas de salir del templo, de sentir la hierba fresca bajo los pies, pero sabía que Kartia no le permitiría abandonar las salas de la Orden de las Lágrimas de Elune hasta que no hubiera terminado sus quehaceres. Con suma atención, dio la última puntada al bordado mágico que estaba tejiendo en los brazales de lino y suspiró antes de ponerse en pie e inclinarse en una reverencia ante su maestra.
- ¿Ya has terminado?- inquirió la sacerdotisa kaldorei inspeccionando las labores de la joven.

- El encantamiento está completo- respondió la muchacha- pero temo que sea débil...

Kartia la miró fijamente.

- No tengas prisa por ser poderosa, Trisaga, nuestra labor es aliviar los males del mundo, y para eso debemos conocer la debilidad, para algún día entender por qué se nos necesita tanto en el mundo. Por ahora aprende a manejar tu Don, no puedes llevarte las penas de todo el mundo.

Trisaga frunció el ceño con suavidad.

- ¿Por qué no? ¿No sería mejor que no hubiera penas en el mundo?

Kartia suspiró y la invitó a sentarse.

- El dolor es necesario, Trisaga, con el aprendemos lo efímeros que somos. Si arrebatas el dolor de las almas antes de que puedan extraer de él la sabiduría necesaria para aprender, los convertirás en niños eternos, sin conciencia de sus propios límites.

Trisaga asintió.

- ¿Debo entonces dejar que sufran, maestra?- parecía angustiada ante aquella posibilidad, pero Kartia sonrió amablemente.

- No te preocupes por eso mientras sirvas en el Templo, Trisaga, y limítate a aliviar a los heridos de cuerpo y de alma de la Casa del Reposo, pues ellos ya han aprendido lo que debían aprender de su dolor. Ayúdales a dejarlo marchar antes de que los emponzoñe.

Trisaga asintió de nuevo, hizo una reverencia y salió de la sala para dejar que el sol la bañara un instante. Hubiera podido sentirse impaciente, pero podía recitar una por una las palabras de Kartia a ese respecto.

"Servirás en el templo" decía, "hasta que la Suma Sacerdotisa decida que puedes ser Iniciada. Entonces dejarás el templo y te echarás a los caminos del mundo, y entonces tu Don será más necesario que nunca. La tierra sufre, Trisaga, y con ella sus pueblos, tuya será la labor de restaurar las almas rotas por la guerra. Con ello demostrarás estar preparada para ser ungida Bálsamo."