Despertares

miércoles, 28 de enero de 2009

Cuando despertó, sus ojos tardaron en abrirse a causa de la luz. Trató de alzar el ala para cubrirse, pero algo la retuvo y de su garganta reseca brotó un graznido lastimero, aunque tardó un instante en reconocerlo como suyo.

Comprendió, a su pesar, que ya no formaba del reino de los cielos.

Carraspeó en un vano intento de devolver a su garganta el recuerdo del sonido hablado.Abrió los ojos. Sobre ella, una densa cúpula verde, frondosa como en su sueño, llegaba hasta allá donde alcanzaba la vista. Quiso volver la cabeza, pero de nuevo se encontró retenida contra el suelo. Al observar lo que la mantenía e aquel estado, descubrió que las buganvillas y hiedras habían crecido tanto, durante tanto tiempo, que habían acabado atando su cuerpo tumbado al suelo.

Sonrió y suspiró.

- Ya está bien, niñas, dejad que me levante.- croó, y las plantas se estremecieron para retirarse con delicadeza.

Su cuerpo protestó cuando se puso en movimiento, acostumbrado a ser ligero y pequeño allí, a estar inmovil durante tanto tiempo aquí. Los huesos crugieron al incorporarse y un gemido lastimero brotó de sus labios.

- Vaya, vaya, vaya...- crepitó la voz de su garganta- Se ve que ya no eres una polluela, Geloë.

¿Cuanto tiempo había pasado? Sentía el peso de los años como si fuera físico, e incluso el aire que respiraba sabía distinto. A su alrededor, las ruinas estaban sepultadas por milenios de vegetación, volviendo el paisaje casi irreconocible.

- Vaya, vaya, vaya...- repitió, sacudiendo la cabeza suavemente, sorprendida, y su voz dejó entrever el matiz oscuro y cálido que tuvo antaño.

Sus primeros pasos fueron torpes, tratando de recordar como era caminar en lugar de surcar los cielos, de modo que invocó la esencia de su alma para que al elevara en las corrientes de aire, pero la energía que llegó a sus manos era exigua, insuficiente.

Frunció el ceño y suspiró. Había pasado tanto tiempo dormida que el propio Tiempo había cubierto su poder, volviéndolo insignificante.

- Bien, vieja- se dijo- quedándote quieta no vas a recuperar nada. Más valdrá que te pongas en marcha.

Y comenzó a caminar hacia la cúpula derruida que se avistaba sobre la colina.