XIV

jueves, 26 de junio de 2008

And when you need a friend
well you could count on anyone
but sure know i´ll defend
the tragedy that we knew as the end...
Brandy Carlyle, Tragedy


Menethil, cinco días después de Litha:

Lo he visto.

El final está tan cerca que casi puedo tocarlo y sujetarlo con las manos.

De algún modo lo sabía, podía percibirlo en el aire, en el agua, en los sueños... Todo apuntaba al final y no supe interpretar los augurios. Pero ahora lo sé, lo he visto, y no tengo miedo. Aceptaré cuando llegue, sin rabia, sin tristeza, sin dolor. Lucharé, sí, pero porque nunca he cedido sin presentar batalla, ni siquiera a la felicidad, ni siquiera al amor, por breves que fueran. Ahora sé que moriré luchando como luchando viví.

Pero ahora, cuando el final está tan cerca, se que ya no tiene sentido resistirme a los sueños, a ver sus rostros. Se que los veré, y tal vez me esperen o tal vez me den la espalda, porque yo, yo y nadie más, soy la causa primera de sus muertes. Tal vez, incluso, me cacen como yo los cacé y no pueda descansar en toda la eternidad. Pero debo ir, debo inclinar la cabeza y pedir perdón por arrastrarles a la perdición, para que decidan perdonarme o castigarme. Ambas aceptaré porque creo que ambas merezco. Mis fantasmas me esperan y deberé rendir cuentas ante ellos.

Todos me esperan allí, lo he visto en sueños, incluso aquellos que primero murieron, aquellos que no llegaron a ser siquiera. Ellos son los que mas deben odiarme pero es de ellos de quien espero la mayor comprensión. La pequeña Elisa, que tuvo su nombre cuando se grabó en la lápida... ¿Tú me perdonarás? ¿Tú que moriste a manos de tu madre podrás perdonar? Siempre te quise, aun cuando con estas manos te maté. No hubo placer en esa muerte, solo miedo, miedo por tí, miedo por lo que podía ser de tí. No hay día que no piense en tí y no me maldiga por lo que te hice. Te maté, hija mía, te maté para salvarte y pagué caro mi crimen.

¿Y tú, el mayor de mis demonios? ¿Me perseguirás cuando muera para cobrarte venganza? No te temo, como no te temí entonces. Ya no soy la niña que temblaba cuando cruzabas el umbral. Ahora soy yo el filo oscuro, el terror acechante. Y si hemos de perseguirnos eternamente, no temeré.

¿Y vosotros, que por auxiliarme caisteis? Venerable Finarä, que desafiaste a los Dioses para devolverme lo que me había sido arrebatado. Tú que purgaste el veneno de mi cuerpo y me devolviste la esperanza. Tu precio no fue justo, Hija del Roble, porque diste tu vida por esta mujer maldita sin pedir apenas nada a cambio... ¿Y tú, Brontos, gigante de inmenso corazón, de lealtad sin fin, de fuerza inconmesurable? Tú que me diste apoyo y calor, que me proporcionaste un millar de noches apacibles al calor de la lumbre, aquel rincón tranquilo en el que hubiera podido pasar el resto de mis días... Tú que por salvar mi legado caíste... ¿Tú me perdonarás?

Y Zoe, mi pequeña Zoe, la razón de mi existencia, la causa primera de mi mayor felicidad y de mi dolor más atroz... Por tí dormí el Sueño del Roble, el sueño maldito -ahora lo sé- y por tí tu padre renunció a su pasado, a la carne de su carne, para que dejaras de ser un sueño y te convirtieras en realidad... Tú que en tus venas llevas sangre, magia y salvia... Tú que fuiste odiada y amada mucho antes de existir siquiera... Tú que naciste para traer la muerte a los que te amaban... ¿Me perdonarás tú por traerte al mundo?

¿Qué ojos son estos que me traspasan el alma? Dos esmeraldas centelleantes, repletas de fuego y de furia... Tu nombre acude a mis labios como un suspiro, como si tu recuerdo solo bastara para quitarme el aliento... Dishmal, oh, Dishmal... De entre todos, mi fantasma más querido... ¿Conservas para mí tu sonrisa maliciosa, el deseo de tu mirada y el calor de tu abrazo? Tú que me diste todo y nada pediste, tú que me devolviste tanto y no me quitaste nada... Mi compañero... Ojalá al otro lado nuestros caminos sigan discurriendo juntos, para poder inclinarme sobre tí, fundirme en tu abrazo y decirte lo que ya sabías pero nunca pronuncié. ¿Por qué te marchaste? ¿Por qué tú, entre todos, tuviste que dejarme sola? Tú que eras el único que se atrevía a acercarse a mí sin temor a herirte con mis espinas... ¿Me perdonarás por todo el daño que te hice?

Todos vosotros me esperáis, lo sé, lo he visto en sueños. Me ofreceré a vosotros sin reservas para que toméis de mí todo lo que os arrebaté o me disteis, para que cobréis mis deudas con vosotros por el resto de la eternidad. Vosotros, que erais mi pasado, sois de pronto mi futuro...

¿Y qué hay de mi presente, abocado irremisiblemente a convertirse en pasado? ¿Qué hay de los que quedarán atrás, aquí, para enfrentarse al mundo? Atended mi petición: acoged mi marcha con alivio, porque allá donde voy ya no puedo haceros daño, porque allí, al otro lado ya no seré una carga para ninguno de vosotros...

Trisaga, mi dulce Trisaga, la hermana de mi alma, mi Kess´an. Tú que eres parte de mí, que me devolviste la fe, la cordura y la humanidad...Tú que siempre has sido como una sombra silenciosa, siempre pendiente de cuidar al necesitado, sin reclamar nunca que alguien cuidara de tí... Trisaga, mi fuerte Trisaga Làgrima de Plata... Sé fuerte una vez más, haz que tu luz brille más allá del mundo y lleva el sosiego y la paz a quien lo merece en estos tiempos tan aciagos. Cuidad de ella, vosotros, los que permanecéis, velad su llama como el buen guardián del faro, para que sirva de guía a los perdidos y de hogar a los descastados. Te llevaré siempre en mi corazón, dulce Trisaga, como no podía ser de otro modo. Perdoname si me marcho, mi Kess´an si contra la leyenda no vuelvo a por tí. Tú, tú sobre todas las personas, sabes cuanto ansío descansar al fin... Pero si cierras los ojos cuando estés junto al mar, puede que me escuches en el canto de las olas, en el susurro del viento. Piensa, hermana de mi alma, que el salitre en tus labios es en realidad, mi beso en la distancia. No me olvides, te lo ruego.

Zorea, fragmento perdido, espina en mi alma... Por tí me enfrenté a demonios y con orgullo llevo las marcas de tus manos en la garganta. Espero que en el Otro Lado no desaparezcan mis cicatrices, para recordarme el sagrado lazo que nos unía. Te di la espalda, mi Zoe, te di la espalda cuando más lo necesitabas, pero no porque no te quisiera. Te di la espalda porque era cobarde, porque tu dolor despertaba mis propios demonios. Fui cobarde y te abandoné cuando más necesitabas mi apoyo... Magro favor te hizo quien más te amaba... Porque nunca dejé de amarte, Zorea, siempre fuiste para mí otro fragmento perdido de mi alma ¿Como no quererte si somos un mismo ser? ¿Puede acaso un dedo odiar a sus hermanos? ¿El corazón no amar a la piel? Eras tan vital para mí como el aire que respiro. Perdoname por fallarte, Zorea, y no me guardes rencor. Te quiero.

Y por último queda aquel al que más debo, al que más daño hice, al que más odié.

Dos veces me salvaste la vida, Tristán. Dos veces arriesgaste por mí todo lo que tanto trabajo te costó construir. Tú me pusiste a salvo cuando no era más que una chiquilla asustada de su pasado, perseguida por sus fantasmas... Tú me trajiste por primera vez a este barco desde el que escribo, que convertí en mi hogar por una única razón que jamás admitiría en público: al traerme aquí, la protección que me diste aquel día quedó grabada a fuego en las paredes de madera, en los cristales de las ventanas, en el aire mismo de esta habitación... Me siento segura aquí, Tristán, porque me imagino que tu protección me alcanza incluso ahora, aunque ya no tengas en realidad ninguna razón para desear protegerme, mi señor. No tengo derecho, lo sé, porque el bien que me hiciste te lo devolví con dolor, con traición, con un odio que no merecías. Te odie porque tú entre todos podías ver a través de mis corazas y descubrir mi debilidad y sentí miedo. Te lo ruego, perdóname. Perdóname aunque no lo merezca... Fui para tí siempre un fantasma quejumbroso cargado sobre tus hombros en lugar de ser un apoyo, fallé a tu confianza cuando debia ser fuerte y me convertí en una carga que arrastrar. No me odies, te lo ruego. Olvida la criatura oscura, triste y amargada en que me he convertido y conserva de mí la imagen de la chiquilla alegre que cantaba y sonreía cuando era ocasión de fiesta, que con gusto se hubiera entregado por cualquiera de sus hermanos y sobre todo por tí, que tanto bien me hiciste.

Te veré al otro lado, mi señor, donde ya nunca más seré una carga y donde por fín podré llamarte como siempre debí hacerlo: Padre.

En esta hora delirante miro por la ventana y veo el mar abrirse ante mí, con la luna, la inmensa luna, rielando hasta la orilla. ¿Habrá un mar como este al Otro Lado? ¿Podré volver a ver la luna? ¿Podré sentir el viento salado en el rostro y despertar con los chillidos de las gaviotas? Cuando caiga, quiero tener esta imagen en mi mente, quiero llenar mis ojos con la luz de la luna y sentir como me mecen las olas. Es esta estampa de paz la que quiero recordar cuando el acero me traiga el descanso, quiero vivir por siempre flotando en el aire salado, con las olas besándome los pies mientras mi cabello se convierte en hojas de otoño y mi voz en el susurro del viento.
Un fantasma quiero ser, y encantar por siempre esta nave, para poder asomarme cada noche por la borda y dejar que la luz de la luna pase a través de mí...

Deliro ya, divago como una anciana, pero anciana me siento, como si sobre mis hombros cargara el peso de mil vidas. Extraño efecto tiene en mí estar sobria por primera vez en tanto tiempo... Pero no quiero dormir. No quiero dejar de mirar el mar... Temo que cuando llegue el momento, sea incapaz de recordarlo. Por eso no cerraré los ojos: pretendo mirarlo hasta que llegue el momento de cabalgar hacia mi destino, y cuando lo haga lo haré recordando, sin miedo, solo avanzando en paz, sabiendo que al otro lado, me espera el descanso tanto tiempo ansiado.



***


- Las tropas de la Alianza se coordinaron para realizar un ataque conjunto a Entrañas y rescatar al Arzobispo.

Trisaga dejó que la arena se escurrieran entre sus dedos, incapaz de retenerla. Lentamente, Dremneth puso sus manos, considerablemente más grandes, formando un cuenco bajo las de ella, y retuvo la arena.

- Yo nada sé de estrategias y batallas, pero recuerdo que se crearon dos grupos separados: uno bien nutrido, de caballeros a caballo, el grueso del ejército. Y otro pequeño, muy pequeño y discreto, silencioso, con los más sigilosos de las mesnadas. El grupo principal penetraría en Entrañas por la puerta de Lordaeron, mientras que los otros entrarían un poco más tarde por la puerta de las cloacas...

Y dentro, la Horda esperaba...

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