Introducción

miércoles, 23 de marzo de 2005

16 de Marzo, Año 32

El barco parecía encallado en la mismísima roca. Trisaga acarició con cuidado la madera desgastada, como si aquel tacto le transmitiera toda una vida de recuerdos. Cerró los ojos un instante y suspiró. Tras ella, Dremneth aguardaba en silencio.

- Supongo que no hay nada que pueda decirte de Brontos Algernon que no sepas ya.- dijo la kal´dorei, palmeando la madera del casco del navío con suavidad.

Dremneth asintió, pero no dijo nada.

- Su viaje empezó aquí.- continuó Trisaga, y se volvió hacia su compañero para mirarle a los ojos- ¿Erais conscientes de lo que sucedería cuando le permitisteis tomar la madera?

Dretelemverneth, draco del Vuelo de Bronce, descendiente del Linaje de Nozdormu, juntó sus dos manos humanas tras la espalda y comenzó a caminar con paso pausado. Esperó a que Trisaga caminara junto a él antes de comenzar a hablar.

- Cuando Brontos Algernon llegó aquí, con aquel duendecillo de ojos inmensos de la mano, la teorización sobre la contaminación de la madera era solo eso, teoría.- explicó con voz tranquila.- Llegó aquí y pensamos que venía en busca de aventuras, aunque a todos nos pareció improbable llevando a la niña con él. Pero solo quería madera. Quería establecerse, dijo, dejar atrás los caminos. Quería darle un hogar a su sobrina. En aquel momento librarnos de la madera parecía una buena idea, no sabíamos nada de la mutación.

Trisaga asintió vagamente.

- ¿Cuando lo supisteis?

- No sé cuanto tiempo pasó, no demasiado en cualquier caso, pero en estas circunstancias es difícil estar seguro, aunque como comprenderás, la interferencia de Stratholme no pasó desapercibida.-respondió Dremneth- Un día apareció Algernon aquí, donde estamos ahora, y nos habló de las "irregularidades" de su posada, Los Tres Soles. Parecía exaltado, eufórico y preocupado al mismo tiempo. Fue entonces cuando las Escamas de las Arenas investigaron el suceso y llegaron a la conclusión que ya conocemos: la madera contaminada por las corrientes mágicas de las Cavernas sufría fluctuaciones temporales.

Trisaga sonrió levemente, con nostalgia

- Resumiendo, la posada viajaba.- continuó él- En el aspecto práctico tenía sus ventajas: la taberna recibía clientes de todo Azeroth y en cierto modo, era santuario. Todos tenían entrada libre, sin importar raza o nación, y aunque hubiera recelos, había paz. Sin embargo, la relatividad de los viajes tenía sus consecuencias en Brontos y su sobrina. Los seres vivos no están hechos para viajar en el tiempo, su organismo se resiente. Y al habitar sus corrientes, el efecto era mayor. Anacronos quiso destruir la taberna: no era seguro que dos mortales pudieran intervenir de manera tan fortuita en las Fallas Temporales. Sin embargo, tras semanas de debate, Soridomi intercedió por ellos: se les permitiría conservar la taberna si hacían el juramento formal de no volver a intervenir nunca jamás en los eventos que presenciaran debido a los viajes de los Tres Soles.

Sus pasos les dirigieron hacia un rincón sombrío de las cavernas, imbuido del aroma penetrante de la marisma y la vegetación. Un inmenso caimán intangible les observó ávidamente mientras pasaban, pero hacía ya mucho tiempo que su mente animal había comprendido que aquellas criaturas que caminaban sobre dos patas quedaban completamente fuera de su alcance.

Dremneth miró a su compañera.

- Pero que no pudieran intervenir en las Fallas, no evitó que tuvieran un importante papel en esta historia.- dijo, y no era una pregunta.

Trisaga asintió.

- Sí, pero no adelantemos los hechos. Si deseas entender este camino, es necesario que comprendas cada razón y cada consecuencia desde el auténtico principio. Todo empezó con Liessel.

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