I

miércoles, 21 de noviembre de 2007

La voz surgió de la espesura.

- ¡Maldición, Rosa! ¡Te digo que he escuchado algo!

El carro, sucio y maltrecho, surgió de la espesura con un gemido. Sobre el pescante, un hombre y una mujer miraron a su alrededor con ojos asustados. El hombre conducía las riendas y la mujer retorcía sus faldas entre las manos.

- Häns... no te detengas, por favor...- gimió la mujer con ojos suplicantes y voz angustiada.- Sigamos... No quiero saber qué ha sido ese sonido ¡Maldito sea el día en que escogimos este camino! ¡Sabía que era el equivocado!¡Sabía que no teníamos que haber hecho caso a aquel hombre... ¡Este no es el camino a Costasur!

El hombre llamado Häns hizo un gesto perentorio con la mano y detuvo el carro.

- ¡Calla! ¡Ahí está otra vez!- se puso en pie, armado con un rifle, dispuesto a bajar del carro.

Su esposa le sujetó por la cintura.

- ¡No me dejes sola!- chilló.

Häns se zafó y la miró con reproche.

- Sigue chillando, Rosa, y atraerás a todas las bestias de esta maldita ciénaga...

Alzó el farol que descansaba junto a él en el pescante e iluminó la penumbra que invadía el lugar.

- Juraría que vino de ahí...- susurró, bajando del carro y avanzando unos pasos. Iluminó la zona, pero las sombras parecían devorar la débil luz del farol.- Juraría... ¡Mira! ¡Ahí!

Señaló con dedo urgente algo un poco más adelante. Rosa se inclinó hacia adelante con los ojos entrecerrados.

- No veo nada... Häns, vámonos de aquí, por favor...

- ¡Mira! ¡Mira! ¡Ahí!- insistió el hombre, avanzando hacia allí, y de pronto la espesura se tragó la luz y el carro quedó sumido en la oscuridad. Rosa reprimió un chillido y gimoteó.

- ¿Häns? ¡Häns!- chilló- ¡Häaans!

El silencio fue toda su respuesta. Decidió controlarse, respiró hondo y trató de acostumbrar sus ojos a la penumbra. Cuando oyó el grito, tuvo que reprimir otro chillido.

- ¡Rosa! ¡Aquí, corre, ven!

La voz de Häns sonaba con urgencia, pero no había miedo en ella. Aún temblorosa se puso en pie y caminó hacia el lugar desde el que provenía la voz.

- ¿Häns?- al pasar la última franja de vegetación penetró en una especie de claro.

Häns estaba allí, y había dos bultos en el suelo. Uno era una bestia oscura que no llegó a distinguir, pero no se movía. Junto al otro, Häns se arrodillaba.

- Aún está caliente. Pobre hombre.- oyó a su marido.

Rosa miró a su alrededor, sin atreverse a pasar ante la bestia muerta.

- Vámonos, Häns.. Que la Luz se apiade de su alma, pero ya no podemos hacer nada por él... Y la sangre atraerá más alimañas...

El hombre la miró con gravedad, dirigió una última mirada al cadáver del humano y asintió.

- Tienes razón. Que la Luz se apiade de su alma.

Acababa de ponerse en pie cuando un gemido surgió de algún lugar bajo el cuerpo. Rosa retrocedió, angustiada, e incluso Häns dio un respingo.

- ¿Qué ha sido eso?- siseó, pero en lugar de retroceder volvió a arrodillarse junto al cadáver y lo apartó con un empujón- ¡Luz! ¡Rosa! ¡Ven!

La mujer le miró desde el límite del claro.

- ¿Qué ocurre? - vio el fardo que elevaba su marido en brazos y reprimió una exclamación.

Häns se acercó a ella, sosteniendo con cuidado el fardo. Unas manitas pálidas asomaban entre los pliegues de la tela, y el gemido, débil pero audible, continuaba sonando. Cuando llegó hasta ella, su marido se lo tendió con cuidado.

- ¡Luz bendita!- exclamó Rosa acunando a la niña contra su pecho.- ¡Pobre criatura! ¿Está herida?

Apartó la manta ensangrentada e inspeccionó el cuerpecillo con urgencia. Tenía algunos arañazos pero no había heridas de gravedad. La niña abrió entonces los ojos y la miró fijamente con dos ojos verdes como esmeraldas. Llevaba al cuello un extraño colgante, cuya forma parecía indicar que encajaba con otra pieza similar. El colgante descansaba contra el diminuto pecho y parecía emitir y leve resplandor azul.

- Pobre criatura...- murmuró de nuevo Rosa, acunándola contra sus generosas carnes- Es un milagro que se haya salvado, Häns ¡Esta es una señal de la Luz!

Su esposo la miró con extrañeza y acercó la mano a la niña, que cerró sus diminutos puños entorno a sus dedos.

- Una señal de la Luz...

Rosa le miró fijamente a los ojos.

- La Luz nos da una segunda oportunidad, Häns. La Luz nos devuelve al bebé que nos fue arrebatado para que lo intentemos de nuevo.

Häns suspiró, había cansancio en su alma.

- Este no es nuestro bebé, Rosa. Esta niña ha perdido a su padre en este lugar...

Su esposa le dio la espalda, caminando de vuelta hacia el carro.

- No soy tonta, Häns, sé lo que ha ocurrido. Pero esta niña ha perdido a su padre y nosotros hemos perdido a nuestro hijo... La Luz nos da una segunda oportunidad.

El hombre no contestó, miró largamente a su esposa mientras desaparecía en la espesura.

- ¡Rosa! ¡Hay que dar sepultura a este pobre hombre!- exclamó al fin.

Un rugido respondió desde algún lugar entre los árboles. Los carroñeros acechaban. Hizo un signo sagrado en el aire y dirigió una última mirada al cadáver en la ciénaga.

- Que la Luz se apiade de su alma...

***


¿De donde salió Bellota? Te mentiría si te dijera que lo sé.

No creo que puedas imaginar el impacto, el asombro, la bendición y el milagro que representa. Aquella niña, por la que Liessel y Dishmal habían pagado un precio tan alto, por cuya muerte ambos habían sucumbido a la ira y el asesinato, que había hecho enloquecer a la hermana de mi alma hasta hacerle desear la muerte, que consiguió... Aquella niña que había atraído las iras del Caer Visnu, que creíamos muerta a los pocos meses de vida, desaparecida, arrebatada... Por lo que todo había empezado, por lo que todo terminó... ¡Viva! ¡Viva, Dremneth! ¡Viva!

Y no solo eso... No imaginas cual fue mi maravilla al comprobar que no se trataba de la niña de dos años que hubiera debido ser... No, ante mí encontré a una maravillosa muchacha que aunaba en su rostro los rasgos de sus padres, tan vivos como un retrato. Tan llena de vida, tan maravillosamente inocente, curiosa...

¿Cómo fue posible tal milagro? No puedo explicarte nada que tú no sepas ya, Dremneth, siendo quien eres.

El cadáver de Brontos Algernon fue encontrado en la Ciénaga Negra, perdido en una falla temporal. Hubiera debido encontrarse con él a la niña, puesto que se había lanzado a las corrientes del tiempo para salvarla. Sin embargo la niña no estaba, aunque si su manta, ensangrentada. La conclusión era evidente: en mitad de la ciénaga, la criatura había sido devorada por las alimañas que pueblan ese lugar maldito...

Por lo que pude averiguar después, y puedes imaginar el empeño que puse en ello, la niña no murió en la ciénaga. Fue encontrada junto al cadáver de Brontos por un matrimonio de campesinos que por azar u obra de un poder mayor, se perdieron en la ciénaga. Häns y Rosa Lumber habían perdido un hijo y vieron en aquella niña herida y sola una señal de la Luz...

Y realmente lo era, realmente lo era...

Zoe fue adoptada por los Lumber, que la llamaron Averil. La llevaron con ellos a Costasur, donde se dirigían, y la presentaron a la comunidad como su hija y la criaron como tal. Ah, incluso ahora me maravillo del hado de esa criatura... Si Liessel lo hubiese sabido... Si hubiera sabido que su hija vivía...

Fue una niña amada y criada con devoción, a la que nunca se le ocultó el misterio de su procedencia. Siempre conservó el colgante que Liessel hizo para ella, aunque no supiera de donde venía. Siempre supo que tenía otros padres a parte de los Lumber y que estos habían muerto. Esto no ensombreció su carácter y Averil creció como una niña normal: terriblemente curiosa, inagotable, dada a la risa y con un inmenso amor por todo ser vivo que se cruzaba en su camino. Tanto amor, de hecho, que le granjeó el apodo cariñoso de Bellota, pues gustaba de pasar las horas encaramada a las ramas de un viejo roble que crecía cerca del pueblo.

Sí, sonríes.
Las señales del destino son evidentes para quien sabe verlas.

Curiosamente, fue también a causa de ese viejo roble que se descubrió en la niña una capacidad latente para la magia.

Un día, al perder el equilibro desde lo alto de las ramas, en lugar de precipitarse hasta el suelo y lastimarse, la niña de seis años flotó levemente cual pluma hasta tocar tierra ante la atónita mirada de los aldeanos. Sin embargo, Costasur proliferó siempre en parte gracias a la proximidad de Dalaran, y sus ciudadanos estaban familiarizados con la magia.

"La niña necesita un maestro." dijeron "Un mago sin instrucción es un peligro para la seguridad pública"

Y cuando Averil tuvo edad para separarse de las faldas maternas fue entregada para su instrucción a un poderoso mago que tenía propiedades en las Laderas de Trabalomas y que era conocido y apreciado por la comunidad. Aiglos Dominus de Zarco oyó de las capacidades de la niña y la adoptó como discípula para instruirla en el uso de la magia, llevándola con él a Forjaz, donde se instalaron debido a la fabulosa biblioteca de la Sociedad de Exploradores de la capital. Tengo entendido que durante esta etapa la niña demostró estar mucho más dotada para la magia de lo que se suponía en un principio, aunque parecía tener serias dificultades para controlar esta capacidad.

Cuando cumplió quince años, su maestro desapareció y Averil se encontró sin mentor alguno. Sin embargo, aquí no terminaban las peripecias de esta muchacha, señalada por el destino. Recibió carta de la Ciudadela Violeta donde habían oído de su capacidad y que le otorgaba una beca para estudiar en las prestigiosas Academias de Magia de Dalaran.

Y allí entro juego un personaje muy singular.
Un mestizo sin´dorei llamado Shano Angeliss A´nariel...

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