Una noche en Lunargenta IX

domingo, 8 de marzo de 2009

La hechicera llegó con el sol ya en las alturas colándose como dedos de luz entre las ramas de los árboles. Montaba un castrado negro, alto y fuerte, una bestia hermosa, y una elegante capucha oscura ocultaba su rostro.

Arrodillada ante un venado a medio desollar, Loraine Auburn estudió a la recién llegada. No llevaba armas a la vista, ni tan siquiera un amuleto, pero hacía mucho tiempo que Liessel había dejado de necesitar semejantes rasgos para identificar a un mago. Era algo en su apostura, aún sin verle el rostro. Era el leve aroma que le traía el aire, olores tan exóticos como familiares, olor de alambiques, de partículas arcanas. Detectó también algo más, algo que no supo identificar...

Sintió una mano firme en su hombro.

- Eh...- dijo Jeremías- Estás muy lejos de aquí...

Liessel se disculpó y volvió al trabajo. Escuchó a la recién llegada desmontar con la agilidad de quien no solo es una experta amazona, sino que además ha gozado dela compañía de animales desde la infancia. Tenía una voz dulce cuando la oyó dirigirse a Ackerman. Cuando volvió a levantar la vista, Matthew se estaba ofreciendo para hacerse cargo de su montura, pero, pese a que el sonido le llegaba muy tenue, entendió que la mujer deseaba hacerse cargo del caballo ella misma.

- Por aquí, señorita Lumber- dijo Dumont, que había salido a recibirla- La estábamos esperando.

- Gracias, Teniente.- respondió ella, sin retirar la capucha, y ambos desaparecieron en el interior del refugio.


...


A última hora de la tarde, cuando la oscuridad empezaba a cernirse sobre el bosque, Liessel recogió sus herramientas y las colocó en las estanterías del pequeño taller. Llegaba a su fin un día más de trabajo duro, de deliciosos agotamiento y serenidad.

Se estaba estirando como un gato cuando unos golpes leves pero constantes sonaron en su puerta. Interrumpida su relajación, Liessel se irguió y se acercó a la puerta con dos zancadas.

- Hola, preciosa- dijo Brom cuando le encontró al otro lado de la puerta.

Loraine Auburn sonrió, anticipando una noche más en el refugio de sus brazos, pero la sonrisa no llegó a surgir al ver tras el enorme herrero una figura menuda que no conocía.

- Brom...- concedió, algo confundida y dejando de lado cualquir tipo de intimidad - ¿En qué puedo ayudarte?

El hombretón se hizo a un lado levemente y cedió el paso a la mujer que aguardaba detrás. Era menuda y muy joven, apenas una muchacha, Tenía un rostro dulce y agraciado y unos inmensos ojos verdes como esmeraldas. El cabello lacio recogido en la nuca, del color de la paja en verano, le recordó a Liessel al suyo hacía tanto, tanto tiempo...

- Buenas noches, señora...- saludó la joven, visiblemente cohibida pero con un brillo de curiosidad en la mirada.

Loraine Auburn arqueó una ceja. Liessel también.

- El teniente Dumont -explicó Brom- necesita que un agente se haga cargo de explicar a Ave... a la señorita Lumber el funcionamiento del Refugio y el problema con el aserradero de Arroyoplata.- arqueó las cejas dando énfasis a sus palabras- La envían del Kirin Tor, tiene el encargo de informar a su regreso.

La guardabosques asintió.

- Ya veo...- miró a la muchacha y le sonrió amigablemente- No hay problema, puedo hacerlo yo.

Brom sonrió, gratamente sorprendido.

- ¡Ah! ¡Estupendo! ¡Bien, bien!- exclamó, frotándose las manos. Miró hacia la penúmbra que se acercaba desde el exterior.- Bueno, ahora es tarde. Sólo queda presentaros y retirarnos temprano. Si tenéis que llegar al aserradero antes de que atardezca, deberéis salir temprano.- inspiró profundamente- Bueno, Loraine, esta es Averil Lumber, de la Escuela de Magia de Dalaran. Señorita Lumber, esta es Loraine Auburn, nuestra más reciente adquisición y una de nuestras exploradoras más curtidas.

Las mujeres se estrecharon la mano, sonriéndose desde la prudencia.

- Encantada- dijo Loraine.
- Un placer.- respondió la hechicera.

Brom las miró alternativamente, a una y a otra y dio una leve palmada, casi inconscientemente.

- Bueno, hechas las presentaciones, creo que solo queda esperar a mañana para empezar el trabajo.- Había una chispa en sus ojos cuando miró a Loraine. Se volvió hacia la joven hechicera- Si me acompañas, te enseñaré tu habitación.

Averil asintió levemente y ambos desaparecieron en la penúmbra que ya se había cernido sobre el pequeño taller.

Loraine permaneció quieta frente a la puerta cerrada aún un instante. Sentía un extraño cosquilleo, como si hubiera algo importante que se le escapara... ¿Conocía de algo a aquella mujer? ¿Había alguna posible relación entre ella y Tristán? ¿La habían encontrado? No se sentía preparada para volver y dudaba mucho que ellos estuvieran preparados para recibirla... Maldijo en su interior ¿Por qué le arrebataban la paz siempre cuando apenas había empezado a disfrutarla? No quería marcharse, estaba a gusto allí... Pero tras el encuentro con Jasmine, no había paz para ella...

Unos golpes discretos la sacaron de su ensimismamiento. Trató de relajarse y abrió la puerta. Al otro lado, Brom esperaba, apoyado desenfadadamente en el quicio. Loraine arqueó ambas cejas. El herrero respondió al gesto alzando una sola y le sonrió con calidez.

- Pavel ha preparado la cena esta noche.- dijo, y con aquella simple afirmación, aquella sencilla intervención, el hombre interrumpió su tormento y le demostró que aún había paz.

Avanzó y se refugió bajo su fornido brazo. Él le besó la sien y estrechó sus hombros, y juntos se encaminaron a la hoguera, donde la cena esperaba.

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