Narraciones

jueves, 10 de julio de 2008

16 de Marzo, 32 A.P

¿Por qué me marché?

Mentiría si te dijera que lo sé. Solo sé que para mí el mundo no tenía sentido, pero no en el modo en que no tiene sentido para los amantes que se separan. Eso sí puedes entenderlo, tú que eres eterno. Me habían arrebatado parte de mi propio ser, me habían arrancado la mitad de mi alma. Ya no era una persona, era menos que una persona, menos que un alma... El mundo ya no tenía nada para mí, yo, que existía porque ella existía, no tenía razón de ser. Recordaba las palabras de su diario, aquellas que me habían sacado de mi estupor, que me habían hecho reaccionar y recoger el diario que había caído de las manos de Imoen durante la lectura...

C i t a:
[...]Pero si cierras los ojos cuando estés junto al mar, puede que me escuches en el canto de las olas, en el susurro del viento. Piensa, hermana de mi alma, que el salitre en tus labios es en realidad, mi beso en la distancia.[...]



No, no era solo eso. Sé lo que estás pensando...

El nombre no te es deconocido, tú también lo has visto, acechando en los márgenes de mi mente como una fiera ansiosa.

Tormento

Tú eres antiguo, Dremneth, tú eres sabio. Tú puedes entender los dones de mi pueblo. Tú comprendes el que era mi don, por el que fui ordenada Bálsamo. Algo en mi presencia alivia los dolores del cuerpo y del alma, sosiega a los desesperados, apacigua a los exaltados... Bálsamo para mí era mucho más que un rango o un título. Bálsamo es lo que era, lo que me definía en este mundo. Es lo que soy ahora de nuevo, pero no sin esfuerzo... Mi educación estuvo basada en una ferrea disciplina. Ningún ser vivo nace para ser ajeno a las emociones y las pasiones, y el instinto aleja a toda criatura del sacrificio por sistema. Mi educación me preparó para eso mismo: para caminar muy por encima de las emociones y las pasiones, para ser imperturbable, para servir de apoyo, de faro, de paz... Construí en mi interión un poderoso bastión de entereza que me permitía usar mi poder, absorver el mal ajeno, aliviar de la carga a los desgraciados.

Cuando Liessel murió, cuando mi Falka se marchó del mundo, algo se rompió en mí, dando paso a un dolor infame acrecentado por los dolores arrebatados a miles de almas desgraciadas...

Cambié. Mi aura mutó. En lugar de sosegar, se oscureció, como si extendiera mi dolor a todo aquel que se encontrara cerca de mí. Era aberrante y doloroso. Porque pese a todo, de algún modo yo seguía allí, yo era consciente del mal que hacía...

No podía permitir que nadie se acercara a mí.
De modo que como Bálsamo hice mi último gesto, arrebatando las voces de la mente de Imoen. Luego ya no pude contenerla más.

Tormento lo llenó todo y yo desaparecí.

No hay comentarios: