En los confines de la Tierra IX

martes, 15 de diciembre de 2009

Una ceja roja como el pelaje de un zorro se arqueó escépticamente.

- Un grito e´tupendo pa dobla´se de risa, bichito.

Comadreja resopló, desmoralizada. Zai le dio un topecito despreocupado en el hombro, que la hizo tambalearse.

- No pongas esa cara. Zai te enseña´a a gritar com´un auténtico po´tento. Ponte de´echa, el culo padent´o, el pecho pafue´a. Echate palante. Na de mirarse los pies ¡Parriba! Ahí. Ahora mi´a y aprende, colega.

El guerrero adoptó aquella misma postura de un modo totalmente natural, tomó aire y un rugido brutal y desgarrados brotó de su garganta. Comadreja pudo apreciar como los músculos se tensaban por debajo de la piel del troll como poderosas sogas. Los largos brazos acompañaron al grito, flexionándose y transmitiendo una clara imagen de fuerza y poder. Y entonces comprendió: no era solo el grito, la clave estaba en la actitud.

- Ties que saca´lo de dentro, bichito. Junta toa la rabia, ha´la hervir como un pozo de brea.

- ¿Espesa y maloliente?- encogió el cuello al recibir el capón, pero pese a todo, vio a Zai sonreir.

- No eh buen momento pa bromitas, Comadreja. Ties que enfada´te, pero enfáda´te de ve´dad.

- No puedo enfadarme contigo, Zai.

El troll puso los ojos en blanco y suspiró.

- Si quies vivir despues de cada a´ena, Comadreja, vah a tené que enfada´te.

La muchacha miró al suelo y endureció el gesto.

- Eh una cuestión de supe´vivencia-insistió, pero hubo algo en el modo que lo dijo que le hizo parecer lejano, muy lejano.

Comadreja levantó la vista y vio al troll con la mirada perdida del vacío. La chispa de humor había desaparecido de sus ojos y aquello la intrigó: la presencia de Zai´jayani traía por lo general una nota festiva.

- En las a´aenas- continuó- nadie espe´a, nadie da nunca un respi´o. Leh da igual si estás lihto o no. Eh matá o morí. No espe´an. No espe´an.

El silencio que siguió a aquellas palabras bañó aquella conversación de una inefable sensación de pérdida. De pronto, aquel troll que parecía haber nacido para la lucha se revelaba como algo muy distinto. Una sonrisa triste asomó a sus labios: también ella había empezado siendo algo muy diferente. Permanecieron así unos instantes, apenas unos segundos compartiendo en silencio aquella herida nunca confesada que les hermanaba de algún modo. Al cabo de unos segundos, Zai se enderezó.

- Nunca olvideh, Comadreja- dijo, como si pudiera leer su mente- No olvideh nunca po´que lo que más duele, lo que más necesitah olvidá, eh lo que te dará la rabia que nitas pa sob´eviví.

Comadreja sintió una ola de sentimientos enfrentados ante aquel consejo. Por una parte, todo lo sucedido le había dado la determinación de seguir adelante pese a todo. Pero por la otra, los recuerdos eran tan dolorosos, tan ignominiosos, que había tenido que encerrarlos en la profundidad de su mente para no destruirse a sí misma. Irinna ya no existía, ella se había quedado en la calidez de la posada, rodeada por aquellos que amaba. Ahora solo quedaba COmadreja.

- No puedo.- las palabras brotaron de sus labios sin fuerza, derrotada. Apretó los puños.

Zai´jayani se volvió hacia ella, se acuclilló para poder mirarla a los ojos y la sujetó por los hombros con una firmeza no exenta de gentileza. Comadreja rehuyó su mirada.

- Mí´ame.

Algo en su voz la turbó, sacudió cada ínfima fibra de su ser, como el eco de algo muy lejano y muy querido, algo perdido. Estremecida, buscó sus ojos sin poder evitarlo.
El troll percibió su turbación y le concedió unos instantes de tregua, en silencio.

- Lo que ereh- dijo al fin, su voz llegaba dentro, muy dentro, y parecía provenir de algún lugar profundo y secreto también- eh la unión de to lo que t´ha pasado en tu vida. Cada detalle, po pequeño que sea, deja una ma´ca en ti, como loh anillos de los á´boles. Lah cosas buenas te dan gene´osidad, compasión. Lah menos buenas te hacen fue´te, te dan ente´eza, comp´ensión del mundo que te´odea. Lah malah te dan la rabia que nitas pa enf´enta´te a las olah de la vída, lo que te pe´mite vivih to lo demás. Eh la más impo´tante de toas. La supe´vivencia. Recue´da pa vivir.

Las palabras resonaron en su mente como una vibración sumamente poderosa, amenazando con derrumbar los precarios muros de su entereza. Luchó contra ellas, contra todo lo que evocaban. Les negó la razón que tenían, la certeza de lo que decían, rehuyó todos sus significados y acalló la voz de su interior que encontraba sentido a aquella descripción de la vida. Pero las palabras siguieron temblando en su pecho, y poco a poco los muros de su determinación se resquebrajaron. Su alma se llenó de la calidez de la chimenea ante la que solía sentarse de niña, con la inmensa sombra de su tío cierniéndose protectora sobre ella. No había lugar para el temor ante la luz trémula del fuego del hogar, arropada por un amor que no conocía barreras. Recordó la alegría de los Tres Soles repleta de clientes riendo, hablando en voz alta, narrándole sus sueños ante una jarra de hidromiel. La escena de difuminó para dejar paso a una noche estrellada, acurrucada a la orilla del mar, desnuda y empapada, deliciosamente cohibida, sintiendo a su lado la vibrante calidez de Baner, su cortés distanciamiento, que la hacía sentir como una dama...

Los recuerdos se derramaron por sus mejillas empapándole el rostro.

- Ahí ehtá.- dijo la voz de Zai´Jayani lejos, pero a la vez muy cerca.- Si duele, es que estás viva.

Recordó la apacible presencia de Bálsamo Trisaga, la luz de sus ojos inundándola de paz, la sabiduría de sus palabras, tan certeras siempre, tan cercanas... La alegría de Klode, su genuina bondad, el paternalismo de Tristán, los silencios de Razier, la silueta de Angeliss junto a la chimenea, la esperanza en los ojos de Averil, perdida y recuperada. Los recuerdos la bañaron como una lluvia cálida, haciéndola temblar. Sintió las manos de Gaerrick en su cintura, la euforia de aquel salto al vacío para caer en sus brazos, su incorregible vocabulario, el fuego de su pasión... Se estremeció y de pronto aquellos recuerdos comenzaron a desdibujarse.

"No"

Oscuridad. Miseria.

"Volved"

Las rodillas le flaquearon, sumida en el terror de recordar más allá.

"Volved"

Unas manos callosas, un aliento apestoso a escasos centímetros de su rostro. Gusanos. Ratas.

"No, no, no, no"

El peso infame sobre su cuerpo, el dolor lacerante que le traspasaba el vientre.
Una vez, y otra, y otra...

Se tambaleó. Sollozaba

A su lado, la presencia de Zai´jayani resultaba remota, como un rumor sordo e imperceptible.

"Volved"


El tirón de una soga, la boca llena de polvo... Y aquellos rostros, aquellos rostros infames burlándose de ella, vomitando palabras de odio y desprecio. Intentó esconderse, ocultarse del veneno de sus palabras, pero se convirtieron en puntas de lanza lacerando su cuerpo una y otra vez, arrancándole gritos teñidos de angustia. Se encogió sobre sí misma en aquel paisaje demente que dibujaba su recuerdo, trató de hacerse tan pequeña que pudiera desaparecer, pero cuanto más pequeña se hacía, tanto más la herían las lanzas.

- Las malas te dan la rabia que necesitas... lo que te permite vivir todo lo demás...
La rebelión ascendió desde el suelo a través de sus piernas, medrando con cada lanza que engullía. Aquellas lanzas, aquellos rostros, eran los responsables de su angustia, los causantes de su desdicha, los que le habían arrebatado todo cuanto era querido.

"¡Devolvédmelo!"

En su mente, se puso precariamente en pie. Las lanzas siguieron cayendo, pero no les dio el poder de herirla. La ira la llenó de calidez, sanando sus heridas. Como una llamarada roja y ardiente, ascendió por su vientre y en su pecho se hinchó poderosamente, trepando por su garganta. Quería arrojar aquellas llamas sobre los rostros infames, borrar los recuerdos oscuros con su calor. Dejó que se acumulara sobre su ombligo hasta que le abrasó la garganta y, cuando no pudo más, afianzó los pies en el suelo y dejó que saliera.

El grito brotó con la fuerza descontrolada de una estampida, retumbando en cada fibra de su ser, proyectando su cuerpo hacia adelante. Con él se llevó todas las lanzas y el veneno, purificando el campo sagrado de sus recuerdos. Aquel grito estaba repleto de promesas de un dolor infame, de una venganza sin limites, de una determinación aterradora... Brotó de sus labios, que ni siquiera sabían, hasta aquel momento, que pudieran contener semejante fuerza, dejando su espíritu deliciosamente limpio y su cuerpo vibrante. Se sentía pletórica, repleta de una energía renovada que la impelía a luchar, a avanzar, siempre avanzar.

Sintió la mano firme de Zai´Jayani en el hombro, sabia.

- Bienvenida.

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