Hester Stanhope, diario

miércoles, 24 de marzo de 2010

24 de Marzo:

He decidido reemprender un diario para poder registrar mi proceso de adaptación a este nuevo mundo. Las costumbres de los renegados parecen interesantes, y creo que llevar un registro minucioso puede ayudarme a formar parte de su comunidad. He otorgado a Hester un carácter abierto y cordial, ya que un aire más sombrío y taciturno podría levantar sospechas contra mí y eso no es conveniente. Además considero que puede ser una buena situación para observar mi alrededor sin demasiadas complicaciones.

A día de hoy, todavía no sé nada de mi padrón. Desconozco si Stahenstein habló con David sobre mi Despertar, pero tampoco han venido a buscarme los guardias, así que supongo que todavía puedo respirar con tranquilidad. Bueno, es un decir...

A la vista de que los tramites para abrir el taller aún llevarán un tiempo, he decidido ocupar mi tiempo conociendo los lugares desde este nuevo punto de vista, que no me obliga a ocultarme en los rincones.

Es posible cubrir la distancia entre el pueblo y Entrañas un paseo no demasiado largo, de modo que me puse en camino (qué extraño se me hizo recorrerlo sin tener que ocultarme) para ir a buscar algo de vestuario más acorde a mi nueva personalidad, y empezar a forjar lazos comerciales y temas de suministros de cara a la apertura del taller. Stahenstein dijo que podía disponer del cobertizo junto a la herrería, pero necesitará algunas reformas. Tengo que acostumbrarme a la disposición de la ciudad (y a entrar y salir por la puerta, como un ciudadano más).

Afortunadamente, todavía recuerdo los planos que tracé para el Grupo de Asalto, pero precisamente las zonas que mejor conozco son las que más interés tengo en evitar. No quiero arriesgarme a que Charles sepa que estoy aquí, o Fuely...

Es extraño ser atendida en el banco por un espectro, sin embargo parece tan eficiente como lo eran Olivia, Newton y John, allá en Ventormenta. Saqué algún dinero (menos mal que los muertos usan... usamos la misma moneda que los vivos) y me dediqué a curiosear por la ciudad y de paso hacer algunas compras de primera necesidad. He comprado más vendas para el codo (me da igual lo que digan, no pienso ir enseñando las articulaciones por ahí), jabón, tabaco y alguna ropa más acorde a la agradable Hester. Intenté hacerme con una montura, pero me niego a montar un caballo que corre el riesgo de desmontarse sin músculos para ligar su esqueleto... He visto algunos renegados montando los lobos de los Orcos, así que intuyo que esas bestias toleran bien el tema de la muerte. Tengo que estudiarlo, pero creo que me haré con uno.

Al regresar a la posada (nota mental: buscate una casa) me encontré con un elfo nada feo (¿alguno lo es?). Se presentó como Kheldric y aproveché su aparición para poner a prueba estos primeros rasgos de Hester que he ido pensando. La verdad es que no parece ir mal, y podría aventurar sin demasiado miedo que a este sin´dorei en particular no le disgusta la necrofilia. Dijo que Lunargenta no era de su gusto (tampoco entiendo qué encanto le pueden ver a esto) y estuvimos charlando un rato. Al rato apareció nada más y nada menos que... ¡la condesa!

Tengo entendido que es sobrina de un mago de la Alianza, y me llamó la atención que lejos de vestir cual dama noble, Lady Suzu vaya por la vida con armadura incluso para pasear... En fin...
Parece tener algún problema con el aliento, porque habla... despacio... muy... despacio...

Tuvimos una charla interesante en la posada, y así he descubierto que la mejor manera de ajusticiar a un renegado es por fuego o decapitación (decapitación, nunca lo hubiera dicho...)

Mañana me acercaré al Concejo a ver si se sabe algo de mi padrón.

Voy a dormir, tengo sueño ¿O es solo un reflejo?

No hay comentarios: