XXXIV

martes, 19 de octubre de 2010

Querido diario:

¿Quién se ha creído que es? ¿Cómo se atreve a comparar lo que me sucede con eso? Como si ser una elfa le permitiera burlarse de mí de esa manera ¡Vender pulseritas! ¿Se cree que soy estúpida? Ojalá se empache tanto de energía vil que se convierta en uno de esos desdichados de los que amenazan los libros de la escuela ¡Verá entonces la diferencia entre nosotras!

Calma, que me embalo, pero es que cada vez que lo pienso ¡Argh! ¡Me hierve la sangre! ¡Menuda pelandrusca!

A ver, por partes. El sábado estaba yo tranquilamente tirada en la cama en la posada, aburrrrrrridísima y esperando que dieran las seis y media para bajar a ver el número de la señorita Lambeau cuando de repente se abrió la puerta y asomó una cara, como si buscara a alguien, y cuando vio quien había dentro, se disculpó y salió. Yo iba sin la capucha, pero me entró pánico de pensar que me hubiera podido reconocer y saliera corriendo a avisar a sus secuaces, fueran quienes fueran, así que me cubrí y salté de la cama y corrí hasta la puerta. Al abrir, allí estaba ella: una quel´dorei (no, miento, esos ojos solo pueden ser sin´dorei ¡Ja! ¡Y si solo fueran los ojos!) de cabello oscuro con trenzas y vestida como un muchacho. No hizo ningún gesto de repulsa cuando aparecí ¿Cómo hubiera podido? Si los zarcillos en mi rostro son escalofriantes, aquella elfa tenía en el rostro las marcas más horripilantes que pudiera imaginar. ¡Y llevaba la cara descubierta!

Automáticamente recordé las lecciones de la Academia (manda narices, que me acuerde de eso y no de los hechizos) cuando hablamos de los peligros de la energía vil y su adicción y consecuencias, porque las marcas que tenía aquella niña/muchacha/mujer/anciana/vete a saber no eran sino las marcas de quien ha hecho un uso abusivo y pernicioso de energía fel.

Claro, todos los sin´dorei pasaron por aquello y pensé que probablemente esta no era diferente y que estos eran los restos de su pasado como adicta, así que me dije "Sé amable, Bellota, ha tenido una vida difícil", de modo que le pregunté si podía ayudarla, hablando en mi mejor thalassiano. Dijo estar buscando a otro elfo, pero que se habría confundido de habitación. Justo en ese momento apareció Klui, que volvía de buscar pasaje, como cada tarde, y se alarmó un poco al ver a aquella escalofriante criatura hablando tranquilamente conmigo en el pasillo de la posada.

La elfa dijo llamarse Caramarcada ¡Caramarcada!¡Menuda... arf! Una cosa es que las malas lenguas te pongan un mote semejane (muy cruel, por cierto) pero otra cosa es regodearte en él y presentarte con él ante los desconocidos. La charla fue un poco tensa y al cabo apareció por la escalera de la planta superior un elfo con el pelo largo y rubio, que vestía de blanco y llevaba un embozo cubriéndole la mitad del rostro. A él también le brillaban los ojos, así que supuse que se trataba del amigo de Caramarcada. Como parecían tener cosas de las que hablar, Klui y yo volvimos a la habitación.

Al parecer no había manera de encontrar pasaje ni a Kalimdor ni a ningún otro lugar, así que tenemos que pensar en otro modo de cruzar el Mare Magnum. Luego dieron las seis y media y bajé corriendo para no perderme el espectáculo de la señorita Lambeau.

Cuando llegué abajo, todavía no había empezado y no había ni rastro de la cantante, de modo que elegí asiento (al final de la sala, como me recomendó Klui) y esperé. Al cabo de un instante, Marie Lambeau apareció en escena, con un espectacular vestido rojo precioso que me resultó un poco discordante en una taberna de puerto como esta. En cualquier caso me hipnotizó, como siempre ¡Qué voz! ¡Y qué exótica resulta con esa piel tan oscura y esos dientes tan blancos! Traté de aplaudir discretamente para no atraer la atención pero eramos tan pocos en la sala por la tarde que era inevitable reparar en todos y cada uno de los presentes. De hecho, casi me muero cuando la señorita Lambeau dijo: "La próxima canción va dedicada a la señorita del fondo" e hizo un gesto señalándome mientras me sonreía. Yo no pude evitar devolverle la sonrisa y sentirme halagada por la dedicatoria, pero por otra parte no quería que se fijaran en mí, de modo que me concentré en mi bebida y escuché la canción sin levantar la mirada.

Cuando terminó, aplaudí como los demás, y decidí esperar a que la gente se empezara a marchar antes de ponerme en pie para subir. Esperando estaba cuando de repente noté una presencia tras de mí y oí una voz a mi espalda diciendo: "¿Puedo?" Y al volverme ¡Vi a la señorita Lambeau! Ahora sé que no debería haberlo hecho, pero en el momento no lo pensé y la invité a sentarse, como pedía. Huele a miel y a azahar. Al momento me arrepentí, porque empezó por preguntarme mi nombre (le dije que me llamaba Nerissa ¡Lo siento, Neri, era un caso de necesidad!) y luego preguntó qué hacía yo en un lugar como Bahía. ¡Afortunadamente, Kluina´ai apareció en aquel instante (jo, si esa mujer/tauren no es oportuna, no sé quien lo es) y tras un intercambio de cortesías, también Lambeau se retiró de nuevo a su lugar, junto al escenario. Klui se sentó conmigo.

Había estado hablando con la pareja de elfos y al parecer también ellos tenían intención de cruzar el Mare Magnum, pero aseguraban que no parten barcos desde hace por lo menos una semana, y que hay rumores que dicen que los navíos que se hacen a la mar son atacados por monstruos marinos. Sin embargo, Klui aseguraba que aquel misterioso par le había dado una idea: cruzar el Mare Magnum por el aire a bordo de uno de los zeppelines que parten de Gorgoroth, o Gor´gol o algo así, el asentamiento horda en la selva, vamos. Le recordé que siendo humana yo, no consideraba que fueran a dejarnos embarcar alegremente, pero Klui repuso que precisamente la idea que le habían dado Caramarcada y su compañero era referente a esto: maniatarme y llevarme como si fuera una prisionera de Klui y Ángel. La idea no era mala, pero a Klui parecía desagradarle mucho. Le dije que en eso de ser prisionera ya tengo una cierta experiencia, de modo que no debe preocuparse por mí. Ya bastante tiene con los terremotos (la pobre se queda lívida cada vez que hay uno, a mi ya casi están dejándo de darme miedo....)

Estabamos discutiendo este tema cuando de repente ¡Llega Caramarcada y se sienta en nuestra mesa sin avisar! Claro, tuvimos que callarnos. Además, la muy... no paraba de mirarme de reojo ¡Cómo si lo que llevaba ella en la cara fuera para menos! Tras ella llegó su amigo, que se presentó como Irhen o algo así (al menos él era educado) y se sentó también con nosotras. Como era evidente que algo querían, decidí romper el hielo.

- ¿Vosotros también queréis cruzar el mar? - pregunté.

- Ya no.- respondió Caramarcada- Hemos decidido que iremos al Portal Oscuro.

¡Así de fácil! A mi me pilló totalmente por sorpresa y me salió del alma, lo juro.

- ¿Al Portal? ¿Por qué? - lo que en mi cabeza se traducía como "¡Insensatos!¿No sabéis que vuestra aflicción se intensificará tan cerca de las energías oscuras de Terrallende?"

A ver, no es que sea tonta, es solo que tengo la mala costumbre de confiar en la gente (y así me va) y no suelo pensar mal. Pero la respuesta de Caramarcada me sacó de encima cualquier tipo de duda. Con la cara más tranquila que se te pueda imaginar, adornada con sus marcas vilosas y esos ojos de futura desdichada, va y me dice:

- Vamos a vender pulseras.

En fin, sobran los comentarios. Pulseras. Si lo que quieren es chutarse de energía vil hasta que les salga de las orejas ¡Que tengan al menos la decencia de disimular! Ya no se trataba de marcas viejas de una adicción pasada, no. Estos dos seguían enganchadísimos y lejos de ocultarlo, lo van predicando alegremente por ahí. De repente la conversación rondaba por deroteros peligrosos: primero estabamos hablando de la causa de los terremotos, Klui explicando que la tierra estaba corrompida, luego Caramarcada hizo un poco de apología de la semántica de la corrupción y de repente, toda cortesía, suelta Klui:

- ¿Y ustedes como se definen?

Yo creo que no hubiera podido abrir más la boca ¡Mira la tauren! ¡Con lo buena y correcta que parecía! ¿Te lo puedes creer? ¡Así! ¡A la cara! A mi me dio pánico, risa y de todo ¿Quién quiere convenciones sociales? ¡Ja! Aunque en realidad tenía incluso sentido: si tan abiertamente reconocían su adicción, abiertamente se les pregunta por ella. Ains, madre mía... Que bruta la Klui... Creo que oí reirse hasta a Trisaga, que Elune y la Luz la tengan en su gloria ¡Y eso que ella no solía reir!

La conversación fue adquiriendo en lo siguiente tintes más y más surrealistas, sobre todo cuando la taberna se llenó del hedor de un no-muerto que se había acercado a la barra. Además, el no-muerto se creía borracho (como suponía, no pueden emborracharse, es biológicamente imposible, de modo que es psicológico), y luego había un caballero que no hacía más que llamar a gritos a la señorita Lambeau como si fuera la camarera ¡Uf, qué locura!

En una de estas, Caramarcada, muy orgullosa ella, alzó el mentón y dijo que ella no tenía por qué avergonzarse de nada y que no tenía por qué cubrirse el rostro ¡Y me miró! ¡A mí! ¡Cómo si fuera mínimamente comparable lo que ella se ha buscado y lo que ha mí me ha encontrado! ¡Cómo si yo fuera al Portal Oscuro a sorber los charcos de energía vil del suelo para saciar mi ansia!

¡Yo estoy buscando mi cura!¡Yo he tenido que dejar atrás todo lo que conocía para librarme de mi... mi... mi infección! ¡Por esto murió gente! ¡Gente que me quería!¿Cómo osa? ¡¿Cómo se atreve?! ¡Ojalá se ponga tan ciega de energía vil que no pueda volver a ponerse en pie!

Uf, uf... Si es que cada vez que lo pienso...Relájate, Bellota....

Al final Caramarcada y su compañero se retiraron y Klui y yo nos quedamos solas de nuevo, concretando los detalles de los próximos pasos a falta de consultarlo con Angeliss, quien a esas horas todavía no había aparecido.

Llegó entrada la noche, pero no quise preguntarle por qué se había retrasado tanto. Estaba muy exaltada y no quería acabar pagándolo con él.

Finalmente seguiremos el plan de Klui: me harán pasar por una prisionera y cogeremos el zeppelin que sale de Grom´gol. Espero que no tengamos ningún problema. Desde el sábado tengo, si cabe, todavía más ganas de quitarme esto de la cara.

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