En los Confines de la Tierra XXX

martes, 23 de noviembre de 2010

23 de Noviembre

La comunidad esclava estaba conmocionada. Ni siquiera habían tenido tiempo de asimilar el primer temblor cuando los siguientes llegaron con creciente magnitud. No conseguían sanar a los primeros heridos cuando de repente llegaban decenas de nuevos esclavos lacerados por las piedras de los edificios que se derrumbaban. Habías sido un temblor tras otro a lo largo de las semanas, sin que ninguna de las medidas tomadas sirvieran para evitar daños. El ambiente estaba cargado de miedo y de ansiedad, en parte por lo letal de las sacudidas, en parte por la inquietud que transmitían los chamanes, cada vez más desconcertados y asustados. Y luego estaban las muertes...

Habían perdido no más de diez compañeros, y tres guardias de Broca. La causa siempre había sido el derrumbamiento de los edificios, ya fuera por las piedras que se desprendían en el exterior, como el peso de las ruinas para los pobres desgraciados que se vieron atrapados en el interior. El resto de esclavos luchaba cada día para retirar con manos sangrantes los cascotes en busca de supervivientes. A veces tenían suerte, otras no. Y eso fue exactamente lo que sucedió en el corazón de la comunidad troll el día que encontraron el cuerpo sin vida del viejo chamán Zun´zala. Habían encontrado el cadáver asombrosamente a salvo en un espacio protegido por un sector del techo derruido y, por un instante, habían lanzado al aire gritos de euforia por encontrarle sano y salvo. Sin embargo, Zai´jayani había percibido casi de inmediato que algo no iba bien. Se había descolgado por las ruinas haciendo oídos sordos a las advertencias de sus compañeros, para caer junto al cuerpo de su venerado mentor y descubrir que, pese a no haber sido sepultado por los cascotes, el cráneo del viejo troll se presentaba hundido por la parte posterior. En el exterior los trolls habían contenido la respiración, pero cuando el canto de Zai´jayani se había elevado de entre las ruinas, los gritos de duelo y de rabia habían llenado el aire inmóvil del campo de esclavos. Mangosta, asomada al hueco en las ruinas, con las rodillas sangrantes a causa de los cascotes, derramaba amargas lágrimas tanto por el Maestro como por el discípulo. El canto de Zai había estremecido cada fibra de su ser y se había encontrado de pronto cantando con el resto de trolls el himno que el joven chamán había cantado una vez por ella, cuando había agonizado en las arenas.

El eco de la muerte del viejo chamán había recorrido todas las comunidades de esclavos en el Campo de Broca, pero no habían tenido tiempo para guardar duelo puesto que los temblores no habían cesado y siempre había nuevos heridos que atender y edificios que reconstruir. De hecho, los temblores se volvieron más frecuentes e intensos, y el resto de chamanes convino que no despedir al espíritu de Zun´zala como mandaba la tradición estaba enfureciendo todavía más a los ancestros. Y como si los ancestros hubieran estado escuchando las temblorosas deliberaciones de los sabios, la tierra dejó de temblar y dio, por primera vez en las últimas semanas, unos días de respiro a los maltrechos esclavos.

La segunda noche tras la muerte del chamán, Mangosta se sentó junto a Zai´Jayani y puso su diminuta mano en la inmensa palma del troll.

- Le despediremos - dijo en voz baja, sabiendo que a su mentor le atormentaba la idea de que el espíritu de Zun´zala vagara sin rumbo y sin alcanzar el otro lado del velo. - Celebraremos el ritual y se unirá a los Ancestros.

Zai´jayani suspiró y estrechó la mano de su compañera.

- Ojalá fuera tan sencillo, bichito.- contestó, apesadumbrado- Ojalá.

La muchacha frunció el ceño intrigada, pero era consciente de que su desconocimiento de muchas de las tradiciones troll podían hacer que obviara algunas cuestiones importantes.

- ¿Qué sucede, Zorro?

El troll flexionó las rodillas y comenzó a trazar surcos sin sentido en el suelo polvoriento.

- Zun ´zala era poderoso, mucho - comenzó con voz queda- Era un troll tan viejo que ya era anciano cuando me aceptó como discípulo, hace muchos años. En ese tiempo, un chamán puede acumular tanto poder como para hablar con el trueno y pedirle que se aleje de su cosecha, y semejante espíritu, si se enfurece, puede provocar mucho daño y dolor. Si Zun´zala no atraviesa el velo, si los Ancestros no vienen a buscarle, vagará eternamente por el inframundo, por la antesala de la muerte, vengándose en todos aquellos que considere responsables de su destierro.

Mangosta asintió.

- Por eso haremos el funeral ¿No? Para llamar a los Ancestros... - aventuró. Eso era lo que tenía entendido y por ahora no encontraba problema alguno.

Zai aplastó la mano contra la arena, imprimiendo su huella en la arena.

- Desconoces nuestras tradiciones, Comadreja, y por eso no lo entiendes. - continuó el troll- El funeral de un chamán tan poderoso como Zun´zala no se limita a los cantos y bailes que has podido ver hasta ahora. Es necesario contener parte del poder del chamán en este mundo para evitar que se desencadene en su viaje al Otro Lado. Si esto no se lleva a cabo, los Ancestros pueden castigarnos más todavía - hizo un significativo gesto hacia las ruinas del edificio que había matado a Zun´zala.

Asintiéndo lentamente, la muchacha planteó su pregunta.

- ¿Y cómo se contiene el poder? ¿Es esto lo que resulta tan preocupante?

- Es una tradición tan antigua como el tiempo, una tradición que mi pueblo ha observado severamente a lo largo de los milenios. Tanto el Imperio Amani de los bosques, como el Impero Gurubashi de las junglas, los Trolls del desierto, los del hielo y las montañas, todos han comprendido la importancia del ritual de despedida de nuestros chamanes de más poder. Cuando uno de nuestros Maestros ha abandonado este plano, el siguiente Chamán tiene la labor y el gran honor de devorar el corazón y el cerebro del que se marcha para heredar y conservar en este plano parte de su gran poder.

Mangosta se estremeció y sintió náuseas ante aquella revelación: las leyendas hablaban de tribus caníbales, pero nunca hubiera creído que en la actualidad semejantes aberraciones siguieran cometiéndose. Zai´jayani percibió su turbación y suspiró con tristeza.

- Tú preguntas y tú misma tienes la respuesta, Comadreja. - suspiró de nuevo.- Para el pueblo troll, este ritual es sagrado y objeto de gran reverencia y las tribus libres siempre lo han llevado a cabo respetuosamente. Sin embargo, tras hablar con los hermanos que fueron capturados más recientemente, los que pertenecen a la tribu Lanza Negra, me han contado que se han visto obligados a rechazar este rito para poder unirse a la Horda tras las viscisitudes de mi pueblo tras abandonar Tuercespina. Los Orcos que los aceptaron impusieron esta condición al pueblo Troll a cambio de ofrecerles su ayuda y protección: les hicieron rechazar sus ritos más ancestrales. Puede que pensarlo te repugne, Comadreja, pero para el pueblo troll es importante respetar las tradiciones para no perder nuestra identidad y porque comprendemos, sabemos el peligro que supone enfurecer a los dioses, a los elementos y los ancestros. ¿Quién sabe? Tal vez estos temblores sean el castigo por no haber observado los ritos... Solo Zun´zala lo sabía, y ahora ya no está.

Con un escalofrío, Mangosta miró a su mentor. Hablaba con tanta calma y con tanta devoción que, por repugnante que pudiera parecerle, percibía que no había tras aquel ritual ni una sola traza de salvajismo. Solo había reverencia, solo había respeto.

- Tú eres el discípulo de Zun´zala, tu eres el próximo Chamán.- dijo despacio- Entonces... ¿Es tu labor perp... llevar a cabo el ritual?

Zai´jayani asintió, pero mezclado con el orgullo y la pena de su mirada seguía habiendo algo que le turbaba. Mangosta esperó pacientemente a que hablara.

- Los Orcos repudian el canibalísmo como si temieran que fueramos a comernos los unos a los otros en cuanto acechara el hambre. Para ellos es aberrante, un acto repugnante y terrorífico. Y no creo que vuestros aliados, los elfos y los enanos, o los pacíficos tauren lo vean con mejores ojos. Pero los orcos...

Mangosta abrió mucho los ojos al comprender repentinamente qué era lo que atormentaba a Zai´jayani.

- Broca no permitirá que se lleve a cabo el ritual...- murmuró.- Antes nos mataría a todos...

Zai asintió.

- Ahora lo entiendes - asintió el troll con una sonrisa triste- Entiendes la carga que pesa sobre mis hombros. ¿Debo dejar que el espíritu de Zun´zala vague atormentado entre dos mundos, desatando su ira sobre este plano? ¿O debo arriesgar la vida de decenas de mis hermanos por contener este mal mayor? ¿Cual es el Mal Menor en este caso?

"El Mal Menor no existe. Solo existen Mal Mayor, y sobre él, en las tinieblas, está el Mal Muy Mayor"

Mangosta se vio de pronto en la acogedora penumbra de una posada, cuando aún era solo Irinna, sentada a los pies de su tío y escuchando una voz de mujer muy familiar.

El Mal Muy Mayor es algo que no puedes ni imaginarte, Brontos, aunque pienses que ya nada puede sorprenderte. Y ¿sabes? a veces resulta que el Mal Muy Mayor te agarra de la garganta y te dice:"Elige, hermano, o yo, o aquel otro, un poco menor"."

Guardaron silencio, conscientes ambos de que ahora sí, habían llegado al mismo punto del razonamiento. Mangosta sintió como si un puño helado le atenazara el pecho ¿Cómo tomar semejante decisión? ¿Con qué derecho? ¿Era la muerte del primer Chamán Pies de Arena justificación suficiente para arriesgarse a un brutal ataque por parte de Broca y sus guardias? ¿O tal vez el orco se había alejado tanto de las costumbres de su pueblo que no reaccionaría en absoluto? Solo con pensar en aquello Mangosta comprendía la terrible responsabilidad de Zai´jayani. ¿Cual era aquel mal un poco menor?

- Eres Chamán.

Zai siguió con la mirada prendida del vacío, perdido en sus propios pensamientos. La muchacha insistió.

- Eres Chamán. Tú escuchas a la Tierra, tú escuchas a los Loas. Tú sabes lo que sucedió mientras no se decidió dar sepultura a Zun´Zala: la Tierra nos zarandeó, siguió hiriendo y matando, y solo cuando decidisteis celebrar el ritual, nos dejó estas noches de quietud ¿Puedes recordar la última noche antes de todo esto, Zai? ¿La última en que pudiste dormir, o correr a la Hoguera Pies de Arena? Habla con los chamanes, pide su apoyo...

El troll sacudió la cabeza.

- Los demás chamanes no se atreverán a respaldar el ritual y arriesgarse también a la ira de Broca.

Mangosta resopló exasperada. De pronto, todo parecía más claro.

- ¿No lo entiendes? ¡Broca no se atreverá a herir a todas las reses de Athos de Mashrapur! ¡No es tan estúpido!

Zai suspiró a su vez y se miró las manos: debía tomar una decisión.
Solo esperaba que Mangosta, en toda su inocencia, estuviera en lo cierto. Se puso en pie lentamente y miró un instante a las estrellas y luego, tras dirigir una muda plegaria al espectro perdido de Zun´zala, se dirigió en busca de los demás chamanes.

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