Los Hilos del Destino X

domingo, 25 de octubre de 2009

25 de Octubre:

Por fin descanso, mientras el sol amanece tras las montañas. Encontré en mi camino muchos viajantes, de los cuales varios preguntaron amablemente la razón de mi peregrinaje y se extrañaron francamente de que, dada la urgencia de mi misión, no vuele hacia mi destino o al menos cabalgue a lomos de Nurr quien, tras cargarme durante mi agotamiento inicial, camina a mi lado. Traté de explicarles que mi viaje reviste una importancia tal que llegar a mi destino resulta insuficiente, y que camino para imprimir a mi misión la fuerza de la oración. Elune bendice la entrega y el trabajo, y contempla con buenos ojos a las criaturas que evitan el camino fácil que se sacrifican por sus semenjantes. Con mi peregrinaje retomo las primeras enseñanzas de mi Orden, que no permitía a sus novicias calzarse ni cabalgar hasta que no hubieran aprendido a comprender la importancia del camino. Con humildad regreso a mis inicios para mostrar a Elune mi devoción y solicitar su guía en esta aciaga misión.

Llegué a Astranaar al amanecer, después de caminar toda la noche. A mi llegada, mientras lavaba mis pies, una lechuza me hizo llegar un mensaje de mi buen Amnehil quien, sabiendo de mi llegada, me ofrece su ayuda y compañía mientras mi camino me mantenga en la fresca sombra de Vallefresno. Le esperaré en la biblioteca mientras investigo sus fondos, aunque tampoco puedo detenerme demasiado tiempo.

Me llenaría de dicha volver a verle de nuevo, pues me es muy querido. Todo lo querido que puede resultar alguien a un Bálsamo que ha renunciado a su propia persona en favor de la entrega.

[...]

Elune escucha mis plegarias, Gavilán, no nos ha abandonado.

Ya entrada la noche me encontraba en la biblioteca consultando algunas obras, sintiendo crecer la frustración, cuando escuché, proveniente del exterior, la voz de una muchacha joven llamando a gritos a su sable. Agradecida por aquella ruptura de la monotonía, salí a la escalinata de la entrada y pude ver que se trataba de una joven centinela, de ojos y vivos y gestos nerviosos. La claridad y franqueza de su alma me inspiró confianza y le pregunté si sabía de algún druida que conociera la historia del Sueño Esmeralda.

La joven, que responde al nombre de Aynarah A´neth Arcopluma, mencionó a un druida llamado Aergard; al parecer es un estudioso del Sueño y podría ser la ayuda que rogué a Elune. Sin embargo, por lo que dijo la joven Aynarah, Aergard se encuentra en la actualidad en las postrimerías del templo maldito de Hakkar, en los Reinos del Este. Tengo ahora el dilema de seguir mi ruta hacia Claro de la Luna o deshacer el camino andado para volver al punto de inicio. También podría caminar hasta el puerto de Auberdine, en la Costa Oscura, y tomar allí un barco hasta Ventormenta, desde donde dirigirme al llamado Pantano de las Penas, donde se encuentra sumergido ese templo maldito.

Ojalá estuviera aquí Amnehil, sin duda él sabría orientarme en la dirección correcta. Esperaré dos días más y partiré en la dirección que Elune me señale. Amnehil, por encima de todos, comprenderá la urgencia de mi partida.

No hay comentarios: