Los Hilos del Destino XII

miércoles, 28 de octubre de 2009

28 de Octubre:

Los recuerdos se clavan en mi alma como puñales mientras miro a los ojos del Guardián. Todo empezó aquí, toda esta senda abominable de dolor y esperanza, y de nuevo dolor... Miro el Sagrado Robledal donde Finarä creó su santuario, donde Amarnä corría descalza sobre la hierba tierna, y solo veo las horribles cicatrices que el Caern Visnu dejó en este lugar y que la vegetación no puede cubrir. Veo a Finarä luchanzo con toda la fiereza y fuerza de una kaldorei, de una druidesa, de una madre... Veo sus garras como cuchillas surcando el aire, la curva de su lomo, las estrellas cayendo del cielo sobre las cabezas de sus enemigos, oigo su rugido ensordecedor, sus gritos de rabia, de desesperación, de dolor...

Todo empezó aquí.

Nada queda de Vesperion ni del milagro que representaba, solo ceniza.

Solo ceniza.

Recuerdo como si fuera ayer el día que Liessel llegó a estas tierras con la esperanza de rogar a La Hija del Roble que obrara su magia y le diera un hijo. Recuerdo su fuerza y determinación, la firmeza de su mirada, el dolor que atesoraba en su interior. Recuerdo el brillo en los ojos de Finarä al desvelarle el secreto de Dishmal y el terrible precio que pidió por obrar el milagro...

Recuerdo a Liessel durmiendo en el vientre del roble, con su alma atada a Vesperion y soñando lejos, muy lejos. ¿Cómo podíamos suponer a qué sueños se entregaba? ¿Como imaginar siquiera que hubiera arrastrado con ella a la criatura de su vientre?

Aquí empezó todo. El dolor es tan intenso que siento ganas de gritar, de rezar, de romper a llorar, pero todas esas cosas quedan fuera del alcance de un Bálsamo que no siente más que entrega, y no queda más remedio que escribirlas para exorcizarlas de mi mente.

¿Flaquea mi fe? ¿Mi vocación?

Será mejor que continue mi camino hasta Amparo de la Noche y pregunte por Kaithan y su sueño, y escriba a Amnehil para que sepa que llegué sana y salva a la casa de mi padre.

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