Los Hilos del Destino XXIII

viernes, 22 de enero de 2010

Cavernas del Tiempo, Desierto de Tanaris, a 21 de Enero:

Salud, Kluina´ai Nubeblanca, Portavoz de los Elementos:

Largo tiempo ha pasado desde nuestro encuentro tras la batalla de Theramore. Aciagas circunstancias nos reunieron entonces, pero tengo la esperanza de que nuestro encuentro no nos convirtiera en enemigas. Espero de corazón que tus heridas sanaran con presteza y que te encuentres de nuevo en disposición de auxiliar a los necesitados. Tal es tu vocación y también la mía. Y es desde este frágil lazo que nos une que acudo a ti en busca de ayuda, rezando a tus dioses y a los míos para que el odio entre nuestras gentes no abra entre nosotras un abismo insalvable.

Un alma noble e inocente se encuentra inmersa en una guerra ancestral que no comprende y que la ha arrastrado a la negrura a causa de las circunstancias de su nacimiento. Es apenas una niña, zarandeada por fuerzas antiguas y olvidadas, condenada a la oscuridad eterna si no consigo salvarla. He caminado largas millas, he cruzado Azeroth de un extremo al otro, cruzando mares, desiertos y bosques tan frondosos que el sol no alcanza al suelo. He llenado mis pies de llagas, buscando a quien pudiera darme la más mínima pista en esta senda titánica y oscura por la que camino. Mis pasos me han llevado al fin ante el señor del Vuelo de Bronce, Anacronos, que lidera al Linaje de Nozdormu durante la ausencia de su Señor; y han querido los ancestros que mi búsqueda me llevara ante un enemigo temible y olvidado, más grande que todos nosotros y que espera, paciente y expectante, el momento de su liberación, cuando pueda destruir el mundo que conocemos.

Las Escamas de las Arenas, a quien acudí en busca de ayuda y consejo, se han reunido para debatir la conveniencia de auxiliar a la humilde descendiente de una raza que consideran, cuanto menos, inconstante. Ellos, que saben lo que ocurrió y lo que ocurrirá, han debatido largamente sobre si ofrecerme la ayuda que desesperadamente les ruego. Durante dos días y dos noches han departido y por fin me han transmitido su decisión.

Soridomi, consorte de Nozdormu, asegura que el Atemporal sufre una corrupción en todo parecida a la que aqueja a la niña y que parece un estado más avanzado de la misma. Ellos, que conocen el antes y el después del mundo, afirman que me ayudarán con su conocimiento si antes consigo para ellos suficientes muestras de esta Corrupción como para poder estudiar la curación de su Maestro. Para obtenerlas, me ha hablado de cuatro dragones, estandartes del Vuelo Esmeralda, que sufren la corrupción de los Dioses Antiguos, dando poder y fuerza a la Pesadilla del Reino Onírico de Ysera la Durmiente. Poco se sabe de la Pesadilla, nada hay escrito salvo vagas referencias en las fuentes antiguas, lo cual es insuficiente para comprender la enfermedad de Nozdormu y por tanto pensar en su curación. Me han encomendado por tanto una aterradora misión: Debo liberar a sus hermanos esmeralda de su cruel tormento y conseguir para ellos las muestras. Con ellas, aseguran, podrán investigar el modo de recuperar a Nozdormu y tal vez ayudarme así a salvar a la hija de mi corazón.

Mi corazón se revela ante la idea de terminar con la vida de estas criaturas, antiguas y maravillosas, últimos vestigios de una era en la que Azeroth aún era joven y se mantenía en Paz; criaturas dotados de un poder nunca visto, recibido de manos de los propios Titanes. Comprendo sin embargo que Anacronos habla con sabiduría, y que realmente esas criaturas corruptas no son ya lo que eran, y que ansían la destrucción del mundo. Humildemente reconozco la necesidad de este sacrificio.

Acudo a ti, Kluina´ai, porque creo…. No, porque sé que tú sobre todos los demás comprendes la importancia de esta misión, que reconoces la gravedad y el valor de este sacrificio, porque quiero pensar que las distancias entre nosotras no son insalvables y que los odios entre nuestras razas no nos alcanzan. Ambas servimos a los Dioses y ambas sabemos que los Dioses no toman parte en las guerras de los mortales. Acudo a ti porque ambas hemos dedicado nuestras vidas a la salvación de los inocentes, y porque solo soy un alma errante, sola en este mundo, que suplica tu ayuda.

Humildemente espero tu respuesta, mas comprenderé si, contra mis esperanzas, el camino entre nosotras fue, desde el inicio, imposible.

Bálsamo Trisaga, Lágrima de Plata.

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