Los Hilos del Destino XXI

lunes, 18 de enero de 2010

18 de Enero:

La luna se eleva sobre nosotros, blanca y diáfana, recortando contra la negrura del horizonte la silueta oscura de nuestro destino. Las montañas que encierran las Cavernas del Tiempo se encuentran a menos de una jornada de camino y mañana, antes del mediodía, caminaremos a su sombra. Mi corazón vibra con expectación, temeroso pero resuelto ante la prueba que me espera mañana, en la profundidad de sus barrancos.

Dremneth, quien no se parece a ningún humano con quien mi camino se haya cruzado, habla con una sabiduría inaudita para alguien de una raza tan efímera, sin apenas tiempo para acumular la experiencia vital de una existencia longeva. Sus ojos parecen bañados en la antiguedad que dan los siglos, y los lazos que surgen de su alma son tan numerosos que solo puedo pensar que en su sangre se encuentre mezclada la de los ancestros de mi pueblo, que se trate en realidad de un hijo de ambas razas y que deba a ello lo que intuyo como una vida extraordinariamente larga. Admito que me fascina, porque mi visión ante él se empequeñece, porque parece tener una conciencia del mundo que he visto pocas veces, porque es silencioso pero cuando habla, lo hace con gran juicio, y por la chispa de diversión que brilla en su mirada de cuando en cuando, confundiéndome. Sin embargo, sé a ciencia cierta que algo especial envuelve a este hombre, algo que no alcanzo a comprender. Algo mucho más grande que yo misma...

Camina ahora bajo las arenas del desierto, buscando él mismo la quietud que yo obtengo de estas páginas. Veo su silueta sobre la arena resplandeciente, bajo la luz de la luna, como una sombra en este mar de dunas.

Sin saber por qué, viene a mí en este momento un recuerdo singular: aquí es, en primera instancia, donde empezó todo. En estas arenas nació el lazo entre dos humanos portentosos, dotados de una fuerza y un carácter ináuditos, que desafiaron a los dioses y a los hombres por conseguir un sueño. Aquí nació el germen del amor que acabaría dando lugar al nacimiento de una niña milagrosa.
Largo tiempo hace que murieron ya, amparados estan en los brazos de sus dioses...

La sombra de Tormento se cierne sobre mí, pero no me dejaré vencer tan cerca del final. Retírate, Fantasma de Desesperanza, hoy soy yo quien gobierna este cuerpo, no volverás a retirarme del mundo, alejándome de quienes me necesitan, de aquellos a los que amo. Hoy soy más fuerte que entonces, hoy puedo mantener el dolor alejado de mí, ya aprendí lo que podía aprender de él y lo dejé ir. No me busques, Tormento, porque no me encontrarás. Mi esperanza y mi devoción son más fuertes que tú.

La luna se eleva en el cielo. El final está cerca.

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