El camino al infierno XIV

lunes, 11 de abril de 2011

Hubiera querido revolverse y despreciarse a sí misma por claudicar pero ¿Qué importaba ahora? Había sabido desde el principio que no podría resistir ante Iranion y Bheril, que tan cercanos eran a su corazón. ¿Qué importaba que las promesas fueran mentira y que su preocupación fuera una falacia? Solo por recibir una palabra amable de Iranion, una mirada cálida, un abrazo como el hermano mayor que era... Solo por eso valía la pena, aunque fuera una ilusión ¿Qué sentido habría tenido resistirse? Una vez perdida su confianza jamás hubiera podido recuperarla, solo hubiera recibido de él desprecio y frío desdén. Así, rendida a los delirios de Abrahel, desaparecía el tormento. Solo quería descansar, solo quería que la refugiara entre sus brazos de nuevo...

Dejó que la pusieran en pie como si fuera una muñeca, aunque estaba tan débil que su estabilidad era muy precaria. Bheril la sujetaba de las manos y tiraba de ella animándole, diciendo que era una chica fuerte y que podía hacerlo, pero le sonó a burla y acabó por rechazar su ayuda para avanzar. Sus pasos eran cortos, lentos e inestables, pero esta vez no se cayó y pudo avanzar hasta el umbral y salir al exterior, donde el aire fresco se llevo el malva del cielo y los gritos de las nubes y en su lugar dejó el terciopelo oscuro de la noche en Terokkar y el canto de los grillos. Descanso al fin...

Respiró hondo y Bheril avisó de que iba a buscar las monturas, pero oyó a Iranion ofrecerse en su lugar y sus pasos alejándose. Suspiró con tristeza: incluso en el delirio le había fallado, incluso aquí se negaba a mirarla.

- Hace tanto tiempo...- se oyó decir a la noche- No me estoy disculpando, es solo una reacción natural. Yo solo quería dormir...

Respiró profundamente y miró al cielo. Las estrellas vibraban ante su vista, pero al menos no bajaron del firmamento para trazar una senda a sus pies como habían hecho al principio. La voz de Bheril le llegó de algún punto a su espalda, muy cerca, solo un susurro.

- No te rindas.

Celebrinnir sonrió con tristeza.

- ¿No lo he hecho ya?

Iranion llegó de nuevo con las monturas. Podía percibirle incluso con los ojos cerrados, tan cerca y a la vez tan lejos. Tendió las riendas a Bheril.

- Coge el tuyo.

Bheril aceptó las riendas de su dracoléon, pero permaneció un instante aún junto a Celebrinnir, mirando de reojo a Iranion.

- Solo los muertos se han rendido.- insistió al oído de la joven.

Con un suspiro, Celebrinnir se rodeó el torso con los brazos y se estremeció.

- Ojalá estuviera muerta. - susurró, sin apartar la vista del cielo, donde Belore aguardaba a nuevo amanecer.- Pero no lo he hecho ¿Lo ves?

Iranion y Bheril se reunieron un poco más allá para hablar entre ellos, pero no podía oirles desde donde estaba porque susurraban. Los dracoleones resoplaban en la noche, contagiados por la tensión en el cuerpo de sus jinetes.


- No es tu culpa.- oyó decir a Bheril- Nos vemos allí.

La voz de Iranion cuando respondió era fría, tensa, como una esclusa a punto de estallar.

- No siempre tienes razón.

Los pasos de Bheril se alejaron y pronto escuchó el poderoso aleteo del dracoleón alejarse. Celebrinnir percibió la presencia de Iranion junto a ella, tan cerca, tan triste...

- No es tu culpa.- le dijo mirándose las manos- Yo solo quería ayudar...


- No vuelvas a repetir eso- La cogió del brazo y tiró de ella con firmeza indicándole que montara en el dracoléon- Vamos.

"No voy a ir" quiso decirle "No vamos a unir a la familia, eso no va a suprimir el dolor, me da igual lo que digas"

Pero no lo dijo, se dejó aupar al dracoleón sin fuerzas para protestar, sin voluntad siquiera para resistirse. Sintió los brazos de Iranion cerrase con fuerza a su alrededor protegiéndola, como si temiera que fuera a saltar en pleno vuelo.

Recostada conta su pecho Celebrinnir dejó brotar de sus labios un suspiro derrotado y por primera vez desde que ascendiera la pared de roca, se permitió dormir.

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