El camino al infierno XXV

miércoles, 13 de abril de 2011

Despertó sobresaltada y vio que estaba sola en la tienda. Le había parecido sentir un movimiento en su bajo vientre, como un burbujeo y se llevó las manos allí, inquieta. El vientre estaba inmóvil, tan liso como siempre. No sabía cuanto tiempo había dormido, pero oyó la voz de Iranion y Bheril en el exterior y se serenó. No podía dejar que el miedo la venciera. Necesitaba descansar, debía estar lista para el ritual del día siguiente, cuando Rodrith Albagrana expulsara a aquella presencia, todavía pequeña e inofensiva, de su cuerpo. Había visto aquellos rituales antes, improvisados en el suelo corrupto de Karabor tras una posesión a causa de los muchos espectros y demonios sin cuerpo que habitaban aquel lugar. Eran experiencias terribles, duras prueba de voluntad y toda la fe del sujeto y del exorcista era requerida. Albagrana parecía competente, estaba evidentemente en sintonía con la Luz y ella quería contar con todas sus energías para entonces. Respiró hondo y cerró los ojos de nuevo.

Esta vez el movimiento fue evidente y dio un violento respingo que le arrancó todo el sopor de golpe. Lo había notado, estaba despierta, no había sido un sueño. Con gestos frenéticos, abrió la toga por el abdomen y observó la superficie lisa del vientre con la mirada desorbitada. Lo había sentido, no era una imaginación, no era un sueño. Se había movido, lo había notado reptar en sus entrañas. Como para confirmar su presencia, una silueta delgada y sinuosa presionó la piel desde el interior antes de volver a sumergirse en sus entrañas. El grito que nació en su pecho brotó como un débil gemido aterrado. Sintió una punzada de dolor que le arrancó un jadeo y de nuevo aquella silueta escalofriante presionó con fuerza desde el interior, levantando la piel y definiendo su forma.

Sintió un nuevo aguijonazo de dolor atroz y se le heló la sangre al comprender que aquello estaba abriéndose paso a mordiscos para salir al exterior. Gritó, y esta vez el grito fue potente, agudo y desgarrado de miedo. Golpeó con fuerza la protuberancia en su vientre, dispuesta a matarlo, y la silueta se hundió de nuevo en sus entrañas arrebatándole el aire de los pulmones. Arañó la piel frenética, pero le habían cortado las uñas rotas por la escalada y no consiguió más que rasgarla en algunos puntos, haciendo asomar la sangre en delgadas líneas rojas. Arañó más fuerte, se clavó los dedos en la carne, desesperada. Buscó con la mirada algo que pudiera servir, algún trozo de loza rota, un cuchillo de los que habían usado en el desayuno, pero no encontró nada. Tenía que abrir la piel, tenía que sacar a aquella cosa de sí misma antes de que la matara. La criatura volvió a presionar, podía ver si silueta infame como una aberrante protuberancia en su propio vientre. Una grieta se abrió en la piel cediendo ante la presión, la sangre oscura comenzó a manar sobre la piel blanca...

Alguien entró precipitadamente en la tienda, alertado por su grito. Iranion le sujetó las manos con fuerza para que no se lastimara y la alzó en vilo con urgencia. Ella se revolvió para liberarse, pero era débil y la sola fuerza de sus brazos bastó para contenerla. El cabello blanco cayó sobre su rostro con una caricia.

- Tranquila- susurró con urgencia en su oído. Podía sentir su corazón martillearle en el pecho- Por Belore, tranquila, Niré.

 En aquel preciso instante la silueta se desvaneció ante sus ojos, desapareció la grieta, se borró la sangre y el dolor se esfumó como un sueño. Solo quedó la piel arañada por sus uñas cortas y comprendió que había sido un delirio, un engaño de su mente como lo había sido Nana allá en el poblado. Un delirio, solo un delirio. Pero estaba ahí, sabía que estaba ahí, aunque no pudiera sentirlo más que en sueños...

"Belore" gimió en su interior una parte de lucidez, aterrada "me estoy volviendo loca..."

- Sacadlo- gimió sin aliento- Por favor, sacadlo ya. Sacadlo...

- ¡TRAE A RODRITH!- bramó Iranion desde el interior, y los pasos de Bheril se perdieron a la carrera.

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